.......... Para él, las noches eran muy gélidas, su vida no tenía
sentido, todo era muy monótono, solía pasar
horas enteras mirando las
callejuelas vacías desde su alcoba. Cuando él sol se ocultaba y la noche
renacía para oscurecer todo a su alrededor, su mirada se perdía entre la oscuridad,
solo una sonrisa de una mujer le devolvía la felicidad, cuando creía a haber
dado su último suspiro de la noche, su mirada se iluminaba al verla, era tan
perfecta para él, siempre la veía llegar a la media noche, era muy alta, su
cabello tenía una caída como un velo de una catarata, solo atinaba a
observarla. Describir su belleza me tomaría toda una noche completa y no
acabaría de hacerlo, su figura se perdía entre el departamento del frente, y
cada vez que ingresaba le regalaba una sonrisa desde la lejanía de la calle,
esos momentos para él, eran inolvidables en aquellas noches tan gélidas y
aburridas, así pasaba su tiempo en la alcoba cuando el sol se ocultaba, y la
noche comenzaba su curso, y ella siempre con aquella sonrisa que le alegraba
las noches. Vivía enamorado de una mujer que ya había encontrado el amor en
otros brazos y no en los suyos, pero eso no era suficiente para dejarla de
amarla, sabía que los grandes tesoros en la vida es difícil de encontrarlos, y
que los grandes amores a veces nunca llegan ser parte de tu historia, sino que
lo diga los grandes poetas como Bécquer, Melgar, Dante, que no llegaron a tener
la felicidad con la mujer que tanto amaron.
Fue una noche muy diferente a las demás, el brillo de
aquella luna que iluminaba las callejuelas tenía otro estilo, a lo que se veía
en la oscuridad, llegó la media noche y él esperaba a la mujer que tanto amaba,
pero no aparecía, su rostros de aquel hombre empezó a llenarse de tristeza,
cuando decidió dejar su alcoba para olvidar aquel momento de tristeza, porque
iba ser la primera noche que no la iba a ver, y al dar la vuelta, vio a lo
lejos que su amada se acercaba lentamente a su departamento, pero no ingreso,
cayo de rodillas y empezó a llorar, él la observaba desde su alcoba pero no entendía
el motivo de su llanto, nunca la vio tan triste a la mujer que tanto amaba, el
llanto de aquella mujer hizo que él bajara de su alcoba y fuera hacía
ella, la miro con mucha ternura y solo a tino a decir ¿Por qué lloras? ella la
miro y solo le brindo la misma sonrisa que él siempre le gusta ver. Le tomo de
la mano y le entrego una rosa, ella, sorprendida por el gesto, ¿cómo sabes que
las rosas son mis favoritas?, tú me lo dijiste en mis sueños, los dos se
miraron empezaron a sonreír y la tristeza de aquella mujer empezó a
desaparecer. No lo sé, cómo llegaron a la alcoba, pero los dos estaban ahí, se
miraban fijamente, mientras el brillo de la luna iluminaba sus rostros, él la
tomo de la mano y sus labios empezaron a rosar los de ella, porque cuando el corazón
se acelera, la ropa sobra, la sombra de sus cuerpos se unía en uno solo, el
gemido se perdía entre las callejuelas, de aquella noche, sus miradas lo decían
todo, el frío de la noche no era impedimento para dejar fluir el amor entre
ellos, sabían que lo que estaban haciendo era lo más prohibido, pero solo
dejaban que el tiempo pase y ellos disfrutaban del momento, la noche y la luna
fueron testigos de un amor prohibido. Ahora la oscuridad ya no son las mismas,
ahora la alcoba es el lugar de un amor prohibido, pero desde aquella noche
ellos se aman más que nunca y solo las personas que alguna vez hayan amado de
verdad entenderán lo que le sucedió.